La aprobación del proyecto de Ley
por parte del Congreso sobre la obligación de contratar seguridad privada de
los organizadores de eventos deportivos o clubes, para respaldar la protección brindada
por la policía nacional, responde a una preocupación parlamentaria por
garantizar y mantener el bienestar de los ciudadanos.
Esta medida conducirá a que
exista un cuerpo policial proporcionado y agentes privados de seguridad que
salvaguarden la tranquilidad de los asistentes, exijan una conducta cívica
alrededores de los estadios o coliseos y velen por el mantenimiento de las
instalaciones. Y, sobre todo, evita exponer a la ciudadanía a la desprotección
en las calles.
Un espectáculo deportivo favorece
la sana competencia y el sentido del trabajo en grupo. Además, es la mejor
promoción de los ejercicios y la vida sana. Todo ello lo conduce a ser una de
las mejores opciones para el tiempo libre de las familias y amigos.
Sin embargo, en nuestro país
durante las últimas décadas, grupos de hinchas han desvirtuado estos principios
y ejercen actos agresores del orden interno y externo en mayor o menor medida.
Ello ha supuesto que muchos padres analicen de forma profunda llevar a sus
hijos a estos eventos o a las personas acercarse si quiera a ellos, pues se
pueden convertir en una amenaza para su seguridad inmediata.
Por ese mismo motivo, con afán de
asegurar la protección de los ciudadanos que participan de esos espectáculos y
los que se encuentran las vías públicas, la iniciativa legislativa establece la
responsabilidad de contratar guardia privada a los organizadores. En caso de
negativa o desatención a este imperativo se suspendería automáticamente el
evento.
El despliegue policial ha
resultado importante para contener desencadenamientos de violencia en estos
eventos, pero la seguridad ciudadana de nuestras calles exige también su
presencia y, a veces, puede resultar ineficaz ante los tremendos movimientos o
traslados de aficionados.
No obstante, como sociedad, es
necesario recuperar los valores esenciales del deporte. Una disposición que
proporcione más amparo es positiva pero el verdadero cambio surge de nosotros
mismos.